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¿Fija o de Crecimiento? Cómo Tu Mentalidad Moldea Cada Parte de Tu Vida

June 7, 2025
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René Sonneveld

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¿Por qué en una parte de tu vida te presentas con confianza, claridad y control, y en otra te sientes completamente estancado? Puede que seas quien resuelve con calma una crisis en el trabajo, pero en casa te sientes sin rumbo cuando surge un conflicto. La misma persona, dos respuestas completamente diferentes. No se trata solo de lo que sabes hacer, sino de lo que crees que puedes llegar a ser. Y esas creencias—tus mentalidades—cambian más de lo que imaginas. En este texto, exploramos por qué reaccionamos de manera distinta según el ámbito, cómo se manifiestan las mentalidades fija y de crecimiento en situaciones de alta presión, y por qué la mentalidad no es solo una etiqueta, sino una lente. CUERPO DEL BLOG En el trabajo, te mantienes sereno bajo presión. ¿Una solicitud de último minuto? ¿Un cambio inesperado? Actúas con confianza, resuelves, y avanzas. Pero en casa, todo cambia. Tu hija adolescente da un portazo tras una discusión, y de repente esa versión serena de ti desaparece. Te sientes bloqueado. Desconectado. Impotente. ¿Por qué en algunos aspectos de la vida actuamos con claridad y fortaleza, y en otros nos cerramos? “Convertirse es mejor que ser”, escribe Carol S. Dweck. No se trata de competencia. Se trata de mentalidad. Y, más importante aún, de cómo esa mentalidad cambia según el contexto, la carga emocional y las historias que creemos sobre nosotros mismos. Mentalidades: Las creencias que nos moldean La mentalidad es el conjunto de creencias que tenemos sobre nuestras capacidades, nuestra inteligencia y nuestra posibilidad de crecer. Moldea silenciosamente cómo respondemos a desafíos, críticas y cambios. Una mentalidad fija dice: “Así soy yo.” Ve las habilidades como algo estático. O las tienes o no. En esta mentalidad, el fracaso se siente como algo personal, la retroalimentación se vuelve una amenaza, y la incertidumbre parece peligrosa. Una mentalidad de crecimiento dice: “Puedo mejorar.” Ve las habilidades como algo que se desarrolla con el tiempo. El fracaso es parte del proceso. La retroalimentación se vuelve una guía. Y los desafíos se transforman en oportunidades. Pero aquí hay un matiz importante: no tienes una sola mentalidad. Puedes ser curioso y abierto en el trabajo, pero rígido y a la defensiva en casa. Aceptar con gusto la crítica de un mentor, pero resistirte cuando tu pareja te sugiere algo. Estos cambios ocurren todo el tiempo, y muchas veces, ni los notamos. Primera idea clave: La mentalidad con la que llegamos a un momento no es permanente—se moldea según la confianza, la experiencia, las emociones y el riesgo. ¿Por qué una misma persona puede reaccionar de forma tan diferente? Eres la misma persona en ambos contextos. ¿Entonces por qué reaccionas con seguridad en el trabajo y con derrota en casa? Porque la mentalidad es situacional. Y está profundamente influenciada por la seguridad emocional. Veamos el caso de Elena. Es una ejecutiva senior en una empresa global. En el trabajo, es conocida por su resiliencia y creatividad. Cuando un proyecto se descarrila, interviene: “Vamos a resolver esto.” Su equipo siente su energía y la sigue. Es segura, flexible y enfocada. Pero en casa, es otra historia. Su hijo adolescente lleva meses distante. Cuando su esposo sugiere terapia familiar, ella responde con brusquedad: “Esto no va a funcionar.” ¿Por qué el cambio? Porque en casa no se trata de desempeño profesional. Se trata de exposición emocional. Intentos pasados de reconectar han fallado. Hay dolor. Frustración. Agotamiento. Así que en lugar de involucrarse, Elena se retrae. Esto no es racional—es mental. Y la mentalidad está moldeada por el peso de decepciones anteriores y el miedo a sufrir más. Segunda idea clave: La confianza suele alimentar la mentalidad de crecimiento. La vulnerabilidad puede activar la mentalidad fija. La mentalidad fija no siempre es negativa A menudo pensamos en la mentalidad fija como algo que debemos superar. Pero a veces, mantenerse firme es una fortaleza. Hay momentos en la vida donde la estabilidad, la convicción y la coherencia importan más que la adaptabilidad. Un ejecutivo que se niega a comprometer sus valores éticos, incluso bajo presión, genera confianza. Una familia que preserva tradiciones culturales o espirituales por generaciones mantiene una identidad compartida y un sentido de pertenencia. Un cirujano, un piloto o un ingeniero. En profesiones de alto riesgo, una mentalidad fija sobre los protocolos puede salvar vidas. Cambiar por cambiar no es crecimiento—es peligro. Incluso a nivel personal: alguien que mantiene con firmeza una creencia como “yo no bebo” no está siendo rígido. Está protegiendo algo valioso. Esa línea en la arena puede ser una fuente de fuerza. Tercera idea clave: Una mentalidad fija puede ofrecer estructura, identidad y seguridad cuando están en juego los valores, la ética o la salud. El momento de doble pantalla del atleta Conozcamos ahora a Santiago. Es una estrella emergente del equipo nacional de rugby. Años de práctica y sacrificio lo han llevado hasta ahí. Pero la visibilidad trae presión. Un día, durante una revisión en equipo, su entrenador señala una debilidad en su pase—frente a todos. Versión uno: Santiago se cierra. “Así es como juego.” Se siente humillado. La crítica se vuelve personal. En vez de trabajar en ello, lo evita. Su rendimiento se estanca. Versión dos: Santiago respira hondo. Le duele, pero escucha. Se queda después del entrenamiento. Mira grabaciones. Pide ayuda a compañeros. Poco a poco, mejora. Su confianza crece. Mismo jugador. Misma crítica. Respuestas muy diferentes. Cuarta idea clave: La retroalimentación es un espejo. Lo que vemos en ella depende de nuestras creencias—no solo sobre nuestras habilidades, sino sobre nosotros mismos. La mentalidad es contextual, emocional y a menudo invisible Nuestra forma de reaccionar ante la crítica, el cambio o la incertidumbre no es fija. Cambia según: • Con quién estamos • Qué tan seguros nos sentimos • Qué experiencias pasadas hemos tenido • Qué creemos que está en juego Por eso, puedes sentirte estimulado por la retroalimentación en el trabajo, pero desbordado por ella en tu relación de pareja. O puedes guiar a otros con sabiduría frente al fracaso, pero paralizarte cuando te toca a ti. No son contradicciones. Son patrones que vale la pena observar. Quinta idea clave: La mentalidad con la que te presentas suele revelar qué tan emocionalmente involucrado estás en el resultado, y cuán seguro te sientes para fallar. En lugar de “arreglar” tu mentalidad, empieza a observarla Cuando te sientas estancado o reactivo, pregúntate: • ¿En qué situaciones aparece más esta mentalidad? • ¿Qué está tratando de proteger? • ¿Qué historias me estoy contando sobre el fracaso, la crítica o el valor personal? • ¿Y qué cambiaría si creyera que puedo crecer en esta área? A veces, una mentalidad fija nos muestra dónde duele. A veces, dónde necesitamos poner límites. En cualquier caso, tiene algo que decirnos—si estamos dispuestos a escuchar. Sexta idea clave: La mentalidad no es solo un patrón cognitivo. Es una historia—sobre seguridad, riesgo, identidad y lo que creemos que somos capaces de lograr. Reflexión final Las historias de Elena y Santiago nos muestran que la mentalidad no es un rasgo de personalidad. Es una respuesta. Cambia según el contexto, la emoción y el significado. Una mentalidad de crecimiento nos ayuda a adaptarnos. Una mentalidad fija nos ayuda a mantenernos firmes. Ambas pueden servirnos—pero solo si sabemos desde cuál estamos actuando, y por qué. Así que en lugar de preguntar: “¿Cómo arreglo mi mentalidad fija?” Prueba con: “¿Qué me está diciendo mi mentalidad sobre cómo me veo en este momento—y qué estoy listo para transformar?” Ahí es donde empieza el verdadero crecimiento. Lecturas recomendadas Si quieres profundizar en la psicología de la mentalidad y el cambio de comportamiento, aquí tienes algunas lecturas que recomiendo: • Dweck, Carol S. Mindset: The New Psychology of Success. Nueva York: Ballantine Books, 2006. • Clear, James. Atomic Habits: An Easy & Proven Way to Build Good Habits & Break Bad Ones. Nueva York: Avery, 2018. • Covey, Stephen R. The 7 Habits of Highly Effective People: Powerful Lessons in Personal Change. Nueva York: Free Press, 1989. 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En el trabajo, te mantienes sereno bajo presión. ¿Una solicitud de último minuto? ¿Un cambio inesperado? Actúas con confianza, resuelves, y avanzas.
Pero en casa, todo cambia. Tu hija adolescente da un portazo tras una discusión, y de repente esa versión serena de ti desaparece. Te sientes bloqueado. Desconectado. Impotente.
¿Por qué en algunos aspectos de la vida actuamos con claridad y fortaleza, y en otros nos cerramos?
Convertirse es mejor que ser”, escribe Carol S. Dweck.
No se trata de competencia. Se trata de mentalidad. Y, más importante aún, de cómo esa mentalidad cambia según el contexto, la carga emocional y las historias que creemos sobre nosotros mismos.

Mentalidades: Las creencias que nos moldean
La mentalidad es el conjunto de creencias que tenemos sobre nuestras capacidades, nuestra inteligencia y nuestra posibilidad de crecer. Moldea silenciosamente cómo respondemos a desafíos, críticas y cambios.

Una mentalidad fija dice: “Así soy yo.”
Ve las habilidades como algo estático. O las tienes o no. En esta mentalidad, el fracaso se siente como algo personal, la retroalimentación se vuelve una amenaza, y la incertidumbre parece peligrosa.

Una mentalidad de crecimiento dice: “Puedo mejorar.”
Ve las habilidades como algo que se desarrolla con el tiempo. El fracaso es parte del proceso. La retroalimentación se vuelve una guía. Y los desafíos se transforman en oportunidades.
Pero aquí hay un matiz importante: no tienes una sola mentalidad.
Puedes ser curioso y abierto en el trabajo, pero rígido y a la defensiva en casa. Aceptar con gusto la crítica de un mentor, pero resistirte cuando tu pareja te sugiere algo. Estos cambios ocurren todo el tiempo, y muchas veces, ni los notamos.

Primera idea clave: La mentalidad con la que llegamos a un momento no es permanente—se moldea según la confianza, la experiencia, las emociones y el riesgo.

¿Por qué una misma persona puede reaccionar de forma tan diferente?

Eres la misma persona en ambos contextos. ¿Entonces por qué reaccionas con seguridad en el trabajo y con derrota en casa?

Porque la mentalidad es situacional. Y está profundamente influenciada por la seguridad emocional.

Veamos el caso de Elena.

Es una ejecutiva senior en una empresa global. En el trabajo, es conocida por su resiliencia y creatividad. Cuando un proyecto se descarrila, interviene: “Vamos a resolver esto.” Su equipo siente su energía y la sigue. Es segura, flexible y enfocada.
Pero en casa, es otra historia.

Su hijo adolescente lleva meses distante. Cuando su esposo sugiere terapia familiar, ella responde con brusquedad: “Esto no va a funcionar.”

¿Por qué el cambio?

Porque en casa no se trata de desempeño profesional. Se trata de exposición emocional. Intentos pasados de reconectar han fallado. Hay dolor. Frustración. Agotamiento. Así que en lugar de involucrarse, Elena se retrae.

Esto no es racional—es mental. Y la mentalidad está moldeada por el peso de decepciones anteriores y el miedo a sufrir más.

Segunda idea clave: La confianza suele alimentar la mentalidad de crecimiento. La vulnerabilidad puede activar la mentalidad fija.

La mentalidad fija no siempre es negativa

A menudo pensamos en la mentalidad fija como algo que debemos superar. Pero a veces, mantenerse firme es una fortaleza.
Hay momentos en la vida donde la estabilidad, la convicción y la coherencia importan más que la adaptabilidad.

Un ejecutivo que se niega a comprometer sus valores éticos, incluso bajo presión, genera confianza.

Una familia que preserva tradiciones culturales o espirituales por generaciones mantiene una identidad compartida y un sentido de pertenencia.

Un cirujano, un piloto o un ingeniero. En profesiones de alto riesgo, una mentalidad fija sobre los protocolos puede salvar vidas. Cambiar por cambiar no es crecimiento—es peligro.
Incluso a nivel personal: alguien que mantiene con firmeza una creencia como “yo no bebo” no está siendo rígido. Está protegiendo algo valioso. Esa línea en la arena puede ser una fuente de fuerza.

Tercera idea clave: Una mentalidad fija puede ofrecer estructura, identidad y seguridad cuando están en juego los valores, la ética o la salud.

El momento de doble pantalla del atleta

Conozcamos ahora a Santiago. Es una estrella emergente del equipo nacional de rugby. Años de práctica y sacrificio lo han llevado hasta ahí. Pero la visibilidad trae presión.
Un día, durante una revisión en equipo, su entrenador señala una debilidad en su pase—frente a todos.

Versión uno: Santiago se cierra. “Así es como juego.” Se siente humillado. La crítica se vuelve personal. En vez de trabajar en ello, lo evita. Su rendimiento se estanca.

Versión dos: Santiago respira hondo. Le duele, pero escucha. Se queda después del entrenamiento. Mira grabaciones. Pide ayuda a compañeros. Poco a poco, mejora. Su confianza crece.

Mismo jugador. Misma crítica. Respuestas muy diferentes.

Cuarta idea clave: La retroalimentación es un espejo. Lo que vemos en ella depende de nuestras creencias—no solo sobre nuestras habilidades, sino sobre nosotros mismos.

La mentalidad es contextual, emocional y a menudo invisible

Nuestra forma de reaccionar ante la crítica, el cambio o la incertidumbre no es fija. Cambia según:
• Con quién estamos
• Qué tan seguros nos sentimos
• Qué experiencias pasadas hemos tenido
• Qué creemos que está en juego

Por eso, puedes sentirte estimulado por la retroalimentación en el trabajo, pero desbordado por ella en tu relación de pareja. O puedes guiar a otros con sabiduría frente al fracaso, pero paralizarte cuando te toca a ti.

No son contradicciones. Son patrones que vale la pena observar.

Quinta idea clave: La mentalidad con la que te presentas suele revelar qué tan emocionalmente involucrado estás en el resultado, y cuán seguro te sientes para fallar.

En lugar de “arreglar” tu mentalidad, empieza a observarla

Cuando te sientas estancado o reactivo, pregúntate:
• ¿En qué situaciones aparece más esta mentalidad?
• ¿Qué está tratando de proteger?
• ¿Qué historias me estoy contando sobre el fracaso, la crítica o el valor personal?
• ¿Y qué cambiaría si creyera que puedo crecer en esta área?

A veces, una mentalidad fija nos muestra dónde duele. A veces, dónde necesitamos poner límites. En cualquier caso, tiene algo que decirnos—si estamos dispuestos a escuchar.

Sexta idea clave: La mentalidad no es solo un patrón cognitivo. Es una historia—sobre seguridad, riesgo, identidad y lo que creemos que somos capaces de lograr.

Reflexión final

Las historias de Elena y Santiago nos muestran que la mentalidad no es un rasgo de personalidad. Es una respuesta. Cambia según el contexto, la emoción y el significado.

Una mentalidad de crecimiento nos ayuda a adaptarnos. Una mentalidad fija nos ayuda a mantenernos firmes.
Ambas pueden servirnos—pero solo si sabemos desde cuál estamos actuando, y por qué.

Así que en lugar de preguntar:

¿Cómo arreglo mi mentalidad fija?”

Prueba con:

¿Qué me está diciendo mi mentalidad sobre cómo me veo en este momento—y qué estoy listo para transformar?

Ahí es donde empieza el verdadero crecimiento.

Lecturas recomendadas

Si quieres profundizar en la psicología de la mentalidad y el cambio de comportamiento, aquí tienes algunas lecturas que recomiendo:
• Dweck, Carol S. Mindset: The New Psychology of Success. Nueva York: Ballantine Books, 2006.
• Clear, James. Atomic Habits: An Easy & Proven Way to Build Good Habits & Break Bad Ones. Nueva York: Avery, 2018.
• Covey, Stephen R. The 7 Habits of Highly Effective People: Powerful Lessons in Personal Change. Nueva York: Free Press, 1989.


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Me encantaría conocer su opinión sobre este tema.

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