Coaching de habilidades mentales

Entrenadores Bajo Presión: La Conversación Ausente en el Deporte de Élite

July 22, 2025
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René Sonneveld

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En el mundo del deporte de élite hablamos mucho sobre la presión, pero casi siempre en términos físicos. Medimos la fatiga muscular, el tiempo de recuperación y las lesiones al detalle. Pero la carga mental suele quedar en silencio, especialmente para quienes lideran desde la banda. Aunque los atletas comienzan poco a poco a hablar sobre su salud mental, los entrenadores y directores técnicos siguen mayormente en las sombras. Se espera que absorban la presión sin mostrar signos de desgaste. Este blog explora el costo oculto de esa expectativa, el papel que puede desempeñar el coaching de rendimiento mental y por qué apoyar a las mentes que están detrás del juego no es un lujo. Es una necesidad.

“No se puede funcionar sin equilibrio mental.” - Toto Wolff, director de Mercedes F1

Celebramos la fortaleza en el deporte. El coraje. La resistencia. La capacidad de superar los límites y rendir bajo presión. Pero hay otro tipo de fortaleza del que rara vez hablamos: la que reconoce cuando algo no está bien. La que sabe pedir ayuda.

En los deportes de élite, ese tipo de fortaleza todavía suele confundirse con debilidad.

Muchos atletas aún dudan en trabajar abiertamente con coaches de rendimiento mental. Temen ser vistos como frágiles o distraídos, como si cuidar la mente restara fuerza al cuerpo. No es así. La completa.

Ahí están los ejemplos. Michael Jordan trabajó estrechamente con George Mumford, coach de mindfulness, para gestionar la presión y mantenerse enfocado. Novak Djokovic atribuye su regreso al mejor nivel no solo al entrenamiento físico, sino al trabajo mental y emocional. Equipos de élite como los All Blacks o la selección alemana de fútbol han integrado el entrenamiento mental como parte central de su éxito. No es un extra. Es parte esencial del juego.

Si los más grandes lo hacen, ¿por qué persiste el estigma?

La Parte Mental También Es Juego

Presión. Incertidumbre. Críticas. Largas temporadas lejos de casa. Todo esto forma parte de la vida de un atleta de élite. Y cada vez más, muchos comienzan a hablar abiertamente sobre el impacto que tiene.

Naomi Osaka, Simone Biles, Nick Kyrgios, Michael Phelps, Paddy Pimblett... No son nombres menores. Son atletas de talla mundial que han elegido la honestidad por encima del silencio.

Y esa honestidad importa. Cuando los atletas hablan de salud mental, cuestionan la idea de que ser fuerte es mantenerse callado. Nos recuerdan que mostrar vulnerabilidad no es debilidad. Es parte del trabajo. Es parte de ser humano.

Pero, ¿qué pasa con quienes los entrenan?

La Presión Invisible sobre Entrenadores y Directores Técnicos

Mientras la salud mental de los atletas comienza a ganar espacio en la conversación pública, los entrenadores siguen en gran medida fuera del radar.

La trágica muerte del entrenador de rugby Paul Green lo dejó en evidencia. Los entrenadores enfrentan muchas de las mismas presiones: exigencia de resultados, exposición mediática, largas jornadas, inestabilidad laboral. Pero son muchos menos los que sienten que pueden hablar abiertamente de lo que viven.

Un estudio realizado en 2020 por el Instituto Australiano del Deporte (AIS) reveló que más del 40 por ciento de los entrenadores olímpicos reportaron síntomas que justificarían atención profesional en salud mental. Menos del 6 por ciento había buscado ayuda. Uno de cada tres temía que hablar del tema afectara su reputación profesional. Eso no es solo estigma. Es silencio.

El Costo del Estoicismo

A los entrenadores se les exige ser inquebrantables. Tomar decisiones. Soportar la presión. Representar al equipo. Pero en la intimidad, enfrentan horarios extenuantes, mucho tiempo lejos de su familia y la amenaza constante de perder el trabajo si no llegan los resultados.

Y no es solo una cuestión de esfuerzo. Es una cuestión de sobrecarga. Como dijo recientemente Warren Gatland, uno de los entrenadores de rugby más respetados del mundo: “El agotamiento no viene solo del esfuerzo, sino de la cantidad de roles que asumimos.” Hoy los entrenadores son estrategas, mentores, portavoces ante la prensa, sostén emocional y gestores de rendimiento, todo al mismo tiempo. Lo que se genera no es solo cansancio. Es fragmentación. Un desgaste silencioso que suele pasar desapercibido hasta que algo se rompe.

Menos de la mitad de los entrenadores del estudio del AIS dijeron estar satisfechos con su equilibrio entre vida personal y trabajo. El exceso crónico de tareas y el estrés estaban afectando no solo su rendimiento, sino su calidad de vida.

Aun así, la conversación sobre el bienestar de los entrenadores sigue siendo escasa.

Redefinir el Juego

El coaching de rendimiento mental no es terapia. Es una herramienta proactiva. Desarrolla habilidades como enfoque, confianza, resiliencia y recuperación. La atención clínica es clave en momentos de crisis. El coaching mental complementa ese apoyo, ayudando a las personas a mantenerse firmes y preparadas antes de que lleguen esos momentos.

Pero el apoyo no puede ser ocasional.

Un modelo prometedor es el del equipo de apoyo integrado, donde entrenadores, psicólogos deportivos, fisioterapeutas y nutricionistas trabajan en conjunto, no de forma aislada. Cuando el apoyo mental está integrado en la vida diaria del alto rendimiento, y no se agrega después como un parche, todo cambia. Se construye confianza. Se previenen las grietas antes de que se conviertan en rupturas.

Último Silbato

Hace tiempo que deberíamos haber dejado de ver el trabajo mental como algo blando. En entornos de alto rendimiento, suele ser lo que marca la diferencia entre estar bien y estar al límite, entre el éxito y el agotamiento.

Y aunque los atletas empiezan a hablar, los entrenadores y directores técnicos que los guían siguen siendo en gran parte invisibles.

Estos líderes cargan con un enorme peso. Se espera de ellos calma, control y eficiencia, mientras navegan una marea constante de incertidumbre, presión emocional y juicio público. Son estrategas, cuidadores y responsables de todo lo que sale mal. Pero rara vez se los ve como personas con necesidades emocionales y mentales propias.

Eso tiene que cambiar.

Apoyar el bienestar de los entrenadores no es un lujo. Es esencial para el futuro del deporte. Cuando les damos permiso y recursos para cuidar su mente, no solo protegemos a la persona. Protegemos la integridad de todo el sistema.

Porque al final, el juego no se juega solo en la cancha. Se construye, se sostiene y muchas veces se salva detrás de escena, gracias a mentes que viven bajo presión y que también merecen un respiro.

Me encantaría conocer su opinión sobre este tema.

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