LA CONFIANZA COMO UN VIAJE CONTINUO
Nelson Mandela dijo: “El coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que lo conquista.” Esa frase resume todo lo que este viaje ha significado.
La confianza no es un destino. No es algo a lo que se llegue de una vez y para siempre. Es un viaje, construido a través de la acción, puesto a prueba por los tropiezos y fortalecido cada vez que eliges volver a presentarte. La confianza no consiste en no dudar nunca. Consiste en avanzar de todos modos.
Mientras trabajaba con Alex Komaromi, campeón profesional de póker de Uruguay, me dijo que la conciencia lo es todo. En la mesa nunca sabes cuál será la próxima carta, pero siempre puedes estar consciente de ti mismo, de tus oponentes y de la dinámica del juego. La confianza, explicó, no proviene de la certeza. Proviene de la conciencia: notar con claridad lo que está ocurriendo y confiar en tu capacidad de responder. Eso me pareció la forma más pura de confianza. Los ejecutivos lo viven cada día. Los atletas lo sienten cada vez que compiten. Ninguno tiene jamás el panorama completo. Lo que los distingue es su capacidad de actuar con convicción a pesar de la incertidumbre.
A lo largo de este viaje hemos visto repetirse la misma verdad. Maurice Greene en la línea de salida en Mónaco. Luís Figo en Madrid la noche antes del nacimiento de su hija. Ronaldinho, su hermano Assis y su madre Dona Miguelina en Río de Janeiro. Rubén Magnano en Buenos Aires, Bode Miller en los Andes, Mika Häkkinen en Mónaco, Alexis Pinturault en los Alpes franceses. Distintos deportes, distintos escenarios, distintas vidas. Y todos apuntan a la misma lección: la confianza no trata de un momento de brillantez. Trata de una forma de presentarse, una y otra vez, con resiliencia, ritmo y confianza.
Lo mismo ocurre con los ejecutivos con los que he trabajado en distintos continentes. Algunos enfrentaron mercados en colapso. Otros, juntas directivas escépticas. Algunos asumían el liderazgo por primera vez. Todos descubrieron que la confianza tiene menos que ver con la certeza en los resultados y más con la convicción en sí mismos, en su preparación y en sus equipos.
La confianza no es un regalo reservado para unos pocos. Es una práctica disponible para cualquiera. Y como toda práctica, requiere atención, repetición y valor. Cada paso se apoya en el anterior. Cada elección refuerza el puente entre la duda y la acción.
EL ARCO DEL VIAJE
Mirando atrás, hemos recorrido seis capítulos: el puente entre la duda y la acción, los momentos silenciosos que moldean la creencia, los orígenes de la confianza estable y situacional, el papel del coaching como catalizador, las lecciones compartidas entre atletas y ejecutivos y, finalmente, la realización de que la confianza no es un destino al que se llegue de una vez y para siempre.
Lo que queda claro es que la confianza nunca es estática. Crece, se desvanece, se reconstruye y evoluciona. Está moldeada por las personas de las que aprendemos, los equipos en los que confiamos, los fracasos que soportamos y los sueños que nos mantienen en movimiento.
El arco nos devuelve al punto de partida: ese puente. Nunca queda terminado. Cada paso que das añade otra tabla. Cada duda enfrentada, cada preparación repetida, cada pequeña victoria acumulada lo extiende un poco más.
Como me dijo una vez Rubén Magnano, todo comienza con un sueño, y luego con dar cada día un paso hacia él. Y como escribió Aristóteles: “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito.” La confianza se construye de la misma manera.
REFLEXIÓN FINAL
La confianza no es algo que esperas sentir. Es algo que construyes, no una vez sino a diario. Crece, se desvanece, se reconstruye y evoluciona. Lo que importa es la decisión de seguir mostrándote.
Porque al final, la confianza tiene menos que ver con lo que logras y más con el valor de dar el siguiente paso.
Así que aquí está la pregunta final: ¿cuál es tu próximo paso?