Coaching de habilidades mentales

El juego mental interior de deportistas y ejecutivos

June 28, 2025
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René Sonneveld

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El éxito en el liderazgo a menudo se percibe desde fuera como confianza, claridad y control. Pero lo que ocurre por dentro es igual de importante—y muchas veces, mucho más complejo. Lo aprendí en carne propia a principios de mis treinta, durante un momento clave de mi carrera que me hizo cuestionar todo lo que creía saber sobre preparación y desempeño. Lo que vino después fue una inmersión profunda en el juego mental del liderazgo—un proceso muy parecido al mundo interior de los atletas profesionales. Esta es la historia de cómo aprendí a gestionar mi voz interior y descubrí que el verdadero crecimiento empieza donde el desempeño se encuentra con la mentalidad.“El coaching consiste en liberar el potencial de una persona para maximizar su desempeño. Es ayudarla a aprender, en lugar de enseñarle.” – Tim Gallwey A los 35 años, me convertí en uno de los directores generales más jóvenes de UBS en Suiza. Haber llegado ahí me había costado mucho esfuerzo, y sabía que mantenerme en ese nivel requeriría aún más. Siempre vi mi rol como el de un atleta profesional: impulsado por la disciplina, el rendimiento y el crecimiento constante. Tenía las credenciales, la experiencia, el MBA, y la energía. Estaba en forma, con confianza y en estado de flow. Me sentía imparable. Hasta que llegó la conferencia en Londres. Me habían invitado a hablar en un evento bancario internacional—algo que ya había hecho antes y que me resultaba familiar. Tenía una presentación sólida. Conocía el contenido. Pero esa mañana, algo cambió. Empezó a surgir la duda. Esa voz interior—la que cuestiona si estás listo—comenzó susurrando, y terminó gritando. Probé todo lo que se me ocurrió: respiraciones profundas, meditación, hasta algunas posturas de poder detrás del escenario. Nada funcionó. Al momento de subir al escenario, ya no estaba presente. Tropecé con mis palabras, olvidé puntos clave. Las diapositivas no funcionaron como esperaba. Sentí cómo la sala se desconectaba. Bajé del escenario sabiendo que había perdido—no ante el público, sino ante mí mismo. Fue una llamada de atención. Como cualquier atleta de alto nivel, me di cuenta de que necesitaba apoyo—no técnico, sino interno. Por esa época, el área de Recursos Humanos lanzó un programa de coaching para altos potenciales. Me invitaron a participar, y acepté. Lo que siguió fue un cambio profundo. En esas sesiones de coaching, volvíamos una y otra vez al estado mental de los grandes ejecutores—ya sea en el deporte o en los negocios. Enfoque, resiliencia, autoconciencia, adaptabilidad, confianza—todo eso importa. Pero lo que más importa es la voz interior: ¿te está ayudando o saboteando? Mi coach me recomendó The Inner Game of Tennis de Tim Gallwey. Fue un punto de inflexión. La idea de Gallwey es simple pero poderosa: los mayores obstáculos para el rendimiento no son externos—son internos. La voz crítica, la sobreanalización, la ansiedad—todo eso interfiere. En el deporte, puede sonar como: “mi golpe está mal.” En los negocios: “no estoy preparado”, “¿y si fracaso?” La interferencia es real. Gallwey describe el rol del coach como alguien que ayuda a desviar la atención del crítico interior, para que el instinto pueda hacerse cargo. Por ejemplo, en lugar de que el tenista se enfoque en su mecánica, se le invita a escuchar el sonido de la pelota. Lo mismo aplica en la sala de juntas. Cuando redirigimos la atención, cuando silenciamos ese diálogo interno, se abre un nuevo espacio para que emerja el rendimiento. No se trata de esforzarse más, sino de dejar de estorbarse a uno mismo. Ese fue mi gran aprendizaje. Me di cuenta de que no me faltaban habilidades ni preparación. Simplemente estaba dejando que mi voz interior tomara el control. El coaching me ayudó a cambiar eso. Con el tiempo, pude presentarme de forma más centrada, más presente, y mucho más eficaz. Años después, mientras me formaba como coach, volví a encontrarme con la ecuación de Gallwey: Desempeño = Potencial + Desarrollo – Interferencia Es una fórmula poderosa: • Desempeño es lo que realmente somos capaces de lograr. • Potencial es nuestra capacidad innata—lo que podría ser posible. • Desarrollo es la formación, el aprendizaje, el feedback, el crecimiento. • Interferencia—el gran obstáculo—es todo lo que se interpone. Dudas, miedos, hábitos, creencias, narrativas antiguas. Como coaches, nuestro trabajo es ayudar a reducir esa interferencia. No dando respuestas, sino ayudando a nuestros clientes a reconectar con su propia claridad. Como el golfista: cuando dejamos de forzar el swing y simplemente notamos los hoyuelos de la pelota, algo se libera. Salimos de la mente y volvemos al instinto. Ya sea que estés en una cancha o en una reunión de directorio, el juego es el mismo. El verdadero trabajo no es solo sobre desempeño—es sobre mentalidad. Menos interferencia. Más presencia. Ahí empieza la transformación. Y ahí es donde entra el coaching. Libro recomendado: Gallwey, W. Timothy. The Inner Game of Tennis: The Classic Guide to the Mental Side of Peak Performance. Nueva York: Random House, 1974.

“El coaching consiste en liberar el potencial de una persona para maximizar su desempeño. Es ayudarla a aprender, en lugar de enseñarle.” – Tim Gallwey

A los 35 años, me convertí en uno de los directores generales más jóvenes de UBS en Suiza. Haber llegado ahí me había costado mucho esfuerzo, y sabía que mantenerme en ese nivel requeriría aún más. Siempre vi mi rol como el de un atleta profesional: impulsado por la disciplina, el rendimiento y el crecimiento constante. Tenía las credenciales, la experiencia, el MBA, y la energía. Estaba en forma, con confianza y en estado de flow. Me sentía imparable.

Hasta que llegó la conferencia en Londres.

Me habían invitado a hablar en un evento bancario internacional—algo que ya había hecho antes y que me resultaba familiar. Tenía una presentación sólida. Conocía el contenido. Pero esa mañana, algo cambió. Empezó a surgir la duda. Esa voz interior—la que cuestiona si estás listo—comenzó susurrando, y terminó gritando. Probé todo lo que se me ocurrió: respiraciones profundas, meditación, hasta algunas posturas de poder detrás del escenario. Nada funcionó. Al momento de subir al escenario, ya no estaba presente. Tropecé con mis palabras, olvidé puntos clave. Las diapositivas no funcionaron como esperaba. Sentí cómo la sala se desconectaba. Bajé del escenario sabiendo que había perdido—no ante el público, sino ante mí mismo.

Fue una llamada de atención. Como cualquier atleta de alto nivel, me di cuenta de que necesitaba apoyo—no técnico, sino interno.

Por esa época, el área de Recursos Humanos lanzó un programa de coaching para altos potenciales. Me invitaron a participar, y acepté. Lo que siguió fue un cambio profundo.

En esas sesiones de coaching, volvíamos una y otra vez al estado mental de los grandes ejecutores—ya sea en el deporte o en los negocios. Enfoque, resiliencia, autoconciencia, adaptabilidad, confianza—todo eso importa. Pero lo que más importa es la voz interior: ¿te está ayudando o saboteando?

Mi coach me recomendó The Inner Game of Tennis de Tim Gallwey. Fue un punto de inflexión.

La idea de Gallwey es simple pero poderosa: los mayores obstáculos para el rendimiento no son externos—son internos. La voz crítica, la sobreanalización, la ansiedad—todo eso interfiere. En el deporte, puede sonar como: “mi golpe está mal.” En los negocios: “no estoy preparado”, “¿y si fracaso?” La interferencia es real.

Gallwey describe el rol del coach como alguien que ayuda a desviar la atención del crítico interior, para que el instinto pueda hacerse cargo. Por ejemplo, en lugar de que el tenista se enfoque en su mecánica, se le invita a escuchar el sonido de la pelota. Lo mismo aplica en la sala de juntas. Cuando redirigimos la atención, cuando silenciamos ese diálogo interno, se abre un nuevo espacio para que emerja el rendimiento. No se trata de esforzarse más, sino de dejar de estorbarse a uno mismo.

Ese fue mi gran aprendizaje. Me di cuenta de que no me faltaban habilidades ni preparación. Simplemente estaba dejando que mi voz interior tomara el control. El coaching me ayudó a cambiar eso. Con el tiempo, pude presentarme de forma más centrada, más presente, y mucho más eficaz.

Años después, mientras me formaba como coach, volví a encontrarme con la ecuación de Gallwey:

Desempeño = Potencial + Desarrollo – Interferencia

Es una fórmula poderosa:
Desempeño es lo que realmente somos capaces de lograr.
Potencial es nuestra capacidad innata—lo que podría ser posible.
Desarrollo es la formación, el aprendizaje, el feedback, el crecimiento.
Interferencia—el gran obstáculo—es todo lo que se interpone. Dudas, miedos, hábitos, creencias, narrativas antiguas.

Como coaches, nuestro trabajo es ayudar a reducir esa interferencia. No dando respuestas, sino ayudando a nuestros clientes a reconectar con su propia claridad. Como el golfista: cuando dejamos de forzar el swing y simplemente notamos los hoyuelos de la pelota, algo se libera. Salimos de la mente y volvemos al instinto.

Ya sea que estés en una cancha o en una reunión de directorio, el juego es el mismo. El verdadero trabajo no es solo sobre desempeño—es sobre mentalidad. Menos interferencia. Más presencia. Ahí empieza la transformación.

Y ahí es donde entra el coaching.

Libro recomendado:
Gallwey, W. Timothy. The Inner Game of Tennis: The Classic Guide to the Mental Side of Peak Performance. Nueva York: Random House, 1974.

Me encantaría conocer su opinión sobre este tema.

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