Ahora imagina que ya no estás. No dentro de cinco años. No después de una larga despedida.
Te fuiste hoy. Ahora mismo.
Sin aviso. Sin instrucciones finales. Sin un “último detalle”.
¿Qué pasa? ¿Quién entra en pánico? ¿Qué se rompe? ¿Qué sigue funcionando?
Este es el Ejercicio de la Ausencia.Incómodo por diseño. Pero una de las formas más rápidas que conozco para atravesar el ruido y llegar a la verdad.
Porque cuando ya no estás para explicar, dirigir, tranquilizar o arreglar, lo que queda es tu verdadero legado. No las palabras que dijiste. No la declaración de misión en la pared. Los sistemas. Las relaciones. La confianza. O su ausencia.
CUANDO NO ES UN EJERCICIO
Y a veces, no es solo un ejercicio teórico. A veces es real.
Hace algunos años, un amigo mío murió de un infarto fulminante. Tenía apenas 40 años. Estaba en forma, era ambicioso, aparentemente imparable. Un desarrollador exitoso, con mucho camino por delante. De esos que uno asume que tienen décadas por vivir.
Fue lo que los médicos llaman “el asesino silencioso”. Súbito. Total. Final.
Dejó una esposa devastada y dos hijos pequeños y hermosos.
Nadie estaba preparado. Ni en su casa.Ni en su trabajo. Sus socios estaban en shock. Su familia, completamente desorientada. Ni los más cercanos sabían cómo estaban organizadas las cosas, ni qué venía después.
Pienso en él a menudo cuando hago este ejercicio con clientes. Porque a veces no es una práctica. Es la vida. Y el costo de no estar preparado lo pagan quienes más queremos.
LO QUE APARECE CUANDO TÚ NO APARECES
Uso este ejercicio con frecuencia con fundadores, directores generales y líderes de empresas familiares. Las respuestas suelen ser crudas.
• Nadie sabe dónde guardo los números reales.
• Mi hijo estaría devastado. Nunca lo hice parte.
• Mi equipo tiene talento, pero está paralizado. Siguen esperando que yo tome cada decisión.
• La empresa quizá siga funcionando. Pero la familia... ahí es donde se rompería todo.
El ejercicio funciona porque muestra dónde seguimos aferrados. Señala dónde no hemos permitido que otros crezcan.Saca a la luz las dependencias ocultas. No solo operativas, también emocionales.
EL LEGADO NO ES PARA MÁS ADELANTE
Esto no va sobre la muerte. Va sobre el liderazgo.
Va sobre si tu presencia genera capacidad o si solo tapa el hecho de que nadie más la tiene.
Si tu ausencia generaría caos, eso merece tu atención.
Si tu equipo seguiría sin temblar, eso merece celebración. O al menos una pregunta.
De cualquier manera, te da algo real con lo que trabajar.
PÓNLO EN PRÁCTICA
Tómate diez minutos en silencio. Sin computadora. Sin público.
Escribe esto en la parte superior de una hoja en blanco:
“Estoy muerto. ¿Qué pasa ahora?”
No lo pienses demasiado. Deja que fluya.
Luego pregúntate:
¿Quién siente la pérdida?
¿Quién encuentra su voz?
¿Qué se desarma?
¿Qué sigue, quizás incluso mejor?
Algunas respuestas dolerán. Ahí está el trabajo.
LO QUE TE TOCA HACER
El Ejercicio de la Ausencia no es morboso. Es clarificador.
Nos recuerda que no lideramos para siempre. El liderazgo no se mide cuando estás en la mesa. Se revela cuando ya no estás en la sala.
Así que pregúntate:
Si hoy desapareciera, ¿las personas que más me importan tendrían lo que necesitan para seguir y crecer?
Si la respuesta es no, aún estás a tiempo de cambiar eso.
Y estás vivo. Lo que significa que todavía puedes.